El Rayo invicto en su feudo recibe a un Athletic eufórico, pero mermado por las bajas.

Los entrenadores, Iraola y Marcelino, ponen el picante a un choque de reencuentros con el pasado.

Cuenta la leyenda que Vallecas es una fortaleza inexpugnable. Diez equipos han tratado de asaltarla jornada tras jornada y el mayor botín concedido hasta ahora ha sido un empate con el Celta y otro con el Betis. El Rayo continúa invicto en sus dominios, donde ha cosechado 26 puntos. De ahí que su historia se cuente por toda Europa. PSG y City, con dos puntos más como locales, miran de reojo hacia ese barrio madrileño, al que ya tienen perfectamente ubicado en el mapa. El escuadrón franjirrojo es, además, el mejor recién ascendido del viejo continente. Ni el Empoli italiano (29) ni el Bochum alemán y el Brentford inglés (23) ni el Troyes francés (20) igualan el bagaje de los madrileños (31 puntos), que se aferran a un sueño cada vez más real, invocado con el cántico El año que viene Rayo-Liverpool. Es su mantra. Su grito de guerra antes de lanzarse A las armas…

Al Athletic le gustan los retos y llega a Vallecas con la autoestima por las nubes. Su buen papel en la Supercopa de España y la eliminación del Barça en la Copa del Rey —va a disputar hoy su cuarto partido en apenas diez días— le dejan cansado, pero feliz. Esa es, sin duda, la mejor gasolina para unos feroces leones. Sólo las numerosas bajas podrían amansarlos. Especialmente sensible será la de Muniain, que cuajó una de las mejores actuaciones de su carrera el pasado jueves y es positivo en COVID.

Más allá de los números y las rachas, otro de los grandes alicientes de esta batalla reside en los banquillos. El local está ocupado por Iraola, leyenda del Athletic y el cuarto jugador con más partidos de toda su historia (510, por detrás de Iribar, Txetxu Rojo y Etxeberria). Es el técnico revelación de Primera y su destino parece escrito, tomar las riendas del equipo de su vida en el futuro. El presente lo defiende con uñas y dientes Marcelino, uno de los grandes villanos para la Franja en los últimos tiempos. Allá por mayo de 2016, el asturiano dirigía a un Villarreal que llegó a la última jornada con los deberes hechos y cayó ante un Sporting que se salvaba con ese resultado, condenando así a los franjirrojos al descenso. Algo que levantó ampollas. Especialmente por una publicación de su esposa en Facebook manifestando que se iba del Molinón «con el trabajo hecho». Pasado al margen y con las heridas cerradas, se reencuentran dos aficiones hermanadas, que sueñan con volverse a ver en La Cartuja…