El rebelde sin causa, que ni es rebelde ni tiene causa alguna que defender que no sea suyo, siempre ha gozado de la mirada complaciente de los imperios.
Individualista, egocéntrico, banal y alejado de la realidad, se presta muy bien para fabricar falsos ambientes. Hábilmente manejado, puede convertirse en soldado de las peores causas.
Es una regularidad que hagan carrera en el arte de vender cuerpo y alma al mejor postor, la carrera de mercenarios les viene como anillo al dedo, muchos buscan conquistar la gloria de los apóstatas ejerciendo ese oficio y terminan en la más abyecta situación.
A los mercenarios se les ha visto a lo largo de la historia servir a regímenes sanguinarios, cometer crímenes atroces, traicionar a su pueblo poniéndose del lado del agresor…
En África dejaron una estela de fechorías a su paso, les recordamos en Angola destruyendo aldeas mientras posaban vanidosos ante las cámaras de la prensa occidental, igual pasó en Irak, Afganistán, Siria, Ucrania…, son aventureros sin escrúpulos.
La cobardía del mercenario no conoce límites: jamás se sacrificarán por las ideas o planes de sus amos, porque no les acompaña ninguna convicción, principio o ética que ponga en peligro el disfrute de sus ganancias.
Celebramos en Cuba en estos días la victoria de Playa Girón, primera gran derrota del imperialismo yanqui en América Latina, proeza de un pueblo, sobre todo de sus más jóvenes y humildes integrantes, que salieron a dar sus vidas por la Revolución.
En las arenas de Playa Larga y Playa Girón vimos a los mercenarios renegar de todo lo humano y lo divino, sorprendidos por la tenaz resistencia, vencidos por ideas y convicciones.
Fue de tal magnitud la derrota, por solo poner un ejemplo, que el Gobierno revolucionario, encabezado por Fidel, logró arrancarles a los yanquis una indemnización de guerra, cosa que jamás hacen y que no han vuelto a aceptar.
Dentro de poco conmemoraremos otro Girón. El pasado 11 de julio, mercenarios pagados con recargas telefónicas, con míseras remesas, intentaron generar, siguiendo orientaciones de ee. uu., el caos necesario para facilitar el casus belli, la intervención militar en Cuba. No importa cuántas aristas se tejen alrededor de los sucesos de esos días: si salió a la calle gente molesta, confundida, temerosa por la pandemia que se cebaba en millones de hombres y mujeres del mundo, víctimas de una colosal campaña de manipulación motivacional…, pero allí estaban los mercenarios, los tasados y pesados, los violentos con tarifas previas que establecían el precio de cada uno de sus actos, esos fueron los juzgados y condenados.
También salió a la calle el pueblo el 11 de julio a defender las cosas en las que cree, como en aquel abril tremendo en que el imperio mordió el polvo de la derrota en nuestras playas.
Al llamado de una sola voz salieron a combatir los rebeldes con causas que defender: salieron a vencer o morir, porque morir por la patria es vivir.