No hay código militar ni moral que pueda justificar una acción de guerra sustentada en el empleo de mercenarios. Además, el mercenario, bajo cualquier disfraz, es, ante todo, alguien que, a cambio de dinero, hace las más abominables acciones, ya sea involucrado directamente en un conflicto bélico o en prestación de servicios a gobiernos extranjeros sin que les importe para algo el lado de quién está la razón.
Para Cuba y los cubanos, son seres despreciables, lo mismo cuando se alistaron a la potencia del norte y vinieron por Playa Girón, donde fueron derrotados en menos de 72 horas, o cuando acuden al Parlamento Europeo o a otras entidades foráneas, a pedir más sanciones contra Cuba, que «no se levante el bloqueo», o que «la Isla sea excluida del Consejo de los Derechos Humanos», y hasta los que piden al imperio una nueva agresión militar.
La participación de mercenarios en conflictos de otros países se ha generalizado de tal forma que hasta grandes empresas de contratistas multimillonarias se involucran en una contienda bélica, como ocurrió en la guerra de Estados Unidos y la OTAN contra Irak, donde llegaron a tener preponderancia, lo mismo en la aplicación de torturas a detenidos que guiando a los militares involucrados a los sitios más vulnerables para un «enemigo» que casi siempre es la población civil.
Y, aunque parezca redundante, en cada guerra realizada por el imperio yanqui y la OTAN en distintas partes del mundo –incluso allí donde la Alianza Atlántica, geográficamente no debe estar involucrada– se ha hecho una constante la contratación de mercenarios.
En tal caso, lo que ocurre ahora en Ucrania no es una excepción y se ha denunciado que miles de mercenarios de países occidentales han sido contratados para participar en el conflicto militar, incluso alineados con entes, militares y civiles, dirigidos por elementos neonazis.
Este fin de semana, Moscú, en la persona del portavoz del Ministerio de Defensa, Igor Konashénkov, citado por RT, ofreció cifras de la participación de mercenarios en la guerra en Ucrania.
Se refirió a que 6 824, procedentes de 63 países, fueron contratados para esta guerra, de los cuales 1 035 ya han sido aniquilados por el ejército ruso, 912 se negaron a participar en los combates y huyeron del país y unos 4 877 todavía permanecen en suelo ucraniano.
El grupo más numeroso llegó desde Polonia (1 717), mientras que unos 1 500 son oriundos de EE. UU., Canadá y Rumanía. Además, unos 300 llegaron desde el Reino Unido y una cantidad similar desde Georgia.
Recordó el militar ruso que los mercenarios extranjeros no son considerados como combatientes, de acuerdo con el Derecho Internacional Humanitario. «Vinieron a Ucrania para ganar dinero matando eslavos. Así que lo mejor que les espera es la responsabilidad penal y largas penas de prisión», enfatizó.