Va a ser un Cecilín!», avizoraban sus amigos a Cecilio Avilés, al conocer que la esposa de ese pintor y dibujante estaba embarazada. Aunque a la pareja les nació una niña, el artista de la plástica se convirtió en padre por partida doble: de su pluma vio la luz Cecilín, junto a la cotorra Coti, y el universo de la historieta y los dibujos animados en Cuba los sumó a su familia.
Avilés, a sus 77 años, se ha despedido del mundo este domingo, con la satisfacción de ser no solo un creador de talla mayor, sino también un maestro.
Durante años, una generación de niños aprendió a dibujar bajo su guía, desde la Revista de la mañana, mientras que con el proyecto sociocultural comunitario Imagen 3, hizo crecer la fantasía en el Paseo del Prado, ocupando el tiempo libre de los más pequeños de casa en las artes plásticas, el diseño gráfico y la música.
Con ese espacio no pretendía convertirlos en profesionales, sino ofrecerles nociones básicas en esas ramas, despertar su interés por el arte y descubrir la vocación en quienes la tenían. Incansable en el quehacer de formar seres sociales dotados de una cultura de la apreciación y la estética, esparció la magia de Imagen 3 por diversos sitios de La Habana, e incluso, en otros países, donde su labor ha recibido el reconocimiento que su talento merece.
Cuando en 2010 fue galardonado con el Premio Nacional de Cultura Comunitaria, mucho había hecho ya Cecilio Avilés en los barrios: caballetes, pinceles, crayolas, tallas en madera, tejidos… formaban parte del entorno de muchas calles, cada fin de semana.
Juventud Rebelde y Pionero se honraron con la huella, en sus páginas, de ese artista en constante superación.
Aunque Cecilín y Coti fue su historieta más popular, el mulato liberto Marabú y la aventurera periodista Yami, quedan como constancia de una trayectoria plagada de imaginación y competencia.
A Cecilio Avilés lo despide su pueblo como se despide a un padre, sabiéndose abrazado por la obra dedicada a acompañar más que a entretener, con la certeza de que hay hombres que no se van, aun cuando la muerte los lleva a otra dimensión.