No existen los tiempos adversos en que no estuvieras: desde nuestros primeros golpes locos contra el piso en el descarrilamiento de aquellos pasos trastocados y recién aprendidos, hasta la primera tentación de sostenernos en pie y tratar de andar sin destinos. En derredor de niños engalanados de pañoletas, perseguidos por libros y sueños, siempre estabas tú, sencillamente para expandir alegrías y motivaciones eternas.
Ferretería La Cantera
Calle Salvia 17 Valsequillo Gran Canaria
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No existió una religión ni una causalidad que no intentaras explicarnos. Jamás se fue alguna etapa de nuestras vidas, sin conocer de qué trataba y por eso había cosas que previste tenían que pasar. En la cima o en el polvo; a pesar de nuestras grandes equivocaciones siempre sonreías con una verosimilitud invicta porque en tu corazón solo existía el perdón a cambio del mejoramiento cotidiano.
Te sentimos tan feliz desde la primera vez que nos intuías, cuando la mirada esquiva colocaba los ojos en otro lugar desde el cual no pudiera observarnos la vergüenza. No importa si tu indicio estuvo marcado por una época de visiones tecnológicas o sencillamente de tu agenda biológica en la cual siempre estaba previsto el posible derrotero cuando apenas éramos una posibilidad que se escurría hasta alcanzar un lugar en tu vientre, una utopía tardía o cualquier sortilegio a través del cual nos abrazabas con la fuerza de la herejía y hasta, en ocasiones, solías colocar otra mano, más fuerte pero temerosa de quien nos protegía con el mismo sentimiento de luz.
Ahora me toca observarte en momentos que las pupilas empiezan a agrietarse con el arribo de los ocasos sobre la piel…, pero es tan bello pensarte imperecedera. No importan las edades de los tiempos pues no existe una sola mañana sin su consejo, sin su caricia, sin el socorrido café, sin tu recuerdo, sino como diría mi mamá, sin el sonido de esa profunda y endémica frase plena de cubanía: “¿Vieja cómo estás?”
Las madres siempre están ahí pues ellas forman parte del pensamiento espiritual diario en que nos refugiamos para seguir adelante, atribuirnos una causa en esta vida. Decir Madre es detener por un instante el movimiento de la Tierra para argumentar ante cualquier auditorio, aún el celestial, que sin ellas que no habría evoluciones, ni teorías, ni Física cuántica, ni Química, ni nada que pudiera continuar naciendo eternamente, emergiendo desde los principios de mil biologías diferentes en cualquier parte del Universo, para garantizar la continuidad de la vida, con su apasionado gesto de amor, pues no importan las dimensiones que para este detalle de obra en que nos convertimos, nos tenga reservada –como un regalo- la existencia.
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