Emery cambia el sistema con un 4-1-4-1 que da otro aire al Villarreal.
El doblete del delantero y el penalti de Gerard hunden a un Alavés que añoró a Joselu.
Parejo es ese jugador que corre la mitad que el resto y que piensa el doble que los demás. Primera lección del curso. Trigueros es el típico futbolista que nunca participaría en el partido de las estrellas pero que no faltaría en ninguna alineación con aspiraciones. Bienvenido al once. Alcácer, por su parte, es aquel tímido cerebrito que no habla nunca en la reunión y que al final, con una sola palabra, aporta la solución buscada durante horas. Toca de primeras, decide y se va. Emery intuía todo esto. Y como es inteligente y experto sólo ha necesitado un puñado de minutos para poner a cada uno en su puesto y rodear a Gerard y Moi de un contexto más apropiado para comenzar a disfrutar. Ellos tumbaron a un Alavés que juega mejor de lo que dice la tabla y que, sin embargo, no arranca: tres derrotas y un empate.
El Villarreal comenzó mandando con un nuevo dibujo, 4-1-4-1 que en fase ofensiva muta a un 4-3-3, con el que Emery protegió con Iborra la espalda de Parejo y Trigueros, gracias al que Gerard se escoró a la derecha para buscar su diagonal preferida y del que se aprovechó el técnico para meter a Alcácer en su cueva. El retoque fue la clave.El personal comenzó a sonreír. Así, el Submarino fue capaz de diseñar tres jugadas de vértigo, que con un pelín de acierto, hubieran sentenciado a un Alavés con la defensa echada al monte. En la primera acción Moi, mano a mano con el portero, falló en el pase de la muerte a Alcácer. En la segunda llegó el primer gol (13’), con un pase al espacio de Parejo, un centro de Mario como aquellos que le hicieron internacional y un remate de primeras de Don Paco, suerte en la que si no es único, es el mejor. La tercera, que acabó en las mallas tras otra emboscada, se anuló. El partido se dirigía hacia la goleada hasta que un patadón de Deyverson desde su campo, con dirección al área contraria, botó como un conejo, con el césped mojado, delante de Asenjo que dejó retratado al portero en su desajustada salida y a sus compañeros, con los ojos como platos. Su cantada (37’) fue aprovechada por Edgar para empatar a placer,premiando una carrera a ninguna parte y recordando que en la élite un despiste es un entierro.
Asenjo pidió perdón al banquillo. Pero lo que de verdad pensó el personal (ya no digo en las redes) sólo ocho minutos más tarde de la igualada es que quien debería dar explicaciones eran los que señalaron el penalti que devolvió al Villarreal a la vida. En mitad de una melé en el área de Pacheco, con mil rebotes, choques y baile de brazos,Medié Jiménez detuvo la batalla y, por sorpresa, se marchó a la pantalla avisado por el VAR para revisar algo que nadie entendía a explicar. Hay quien empieza a ver algo setecientas repeticiones después. Y ojo, que lo habrá (presumiblemente una patadita de Lejeune a Mario), otra cosa es si este es el fútbol que queremos. El colegiado volvió de la consulta señalando penalti, así que Gerard le dio las gracias dejando a su rival helado justo a la hora del descanso. El Alavés no daba crédito, mientras que Asenjo resoplaba. Ya había encontrado a alguien en La Cerámica con más enemigos en esos momentos que él.