Oviedo y Tenerife firmaron un gris empate que no sacia las necesidades clasificatorias de ninguno.

El Tenerife fue mejor en la primera parte, los locales en la segunda.

Poco o nada. Eso fue lo que pasó en este gris empate entre carbayones y tinerfeños que suman un punto. Los azulones se acercaron al gol, si es que a dos centros al área se les puede llamar acercarse, con Bretones a los mandos. El Tenerife hizo suyo un tímido peligro en los primeros minutos del encuentro.

Los locales empezaron el duelo atenazados por el miedo a encajar un revés a la primera de cambio. Lo aprovechó el Tenerife que, con un fútbol directo y valiéndose del balón parado, se acercó con más intención a la meta defendida por Braat. Sin embargo, el paso de los minutos fue dando poso a los carbayones y apagando a los visitantes.

Con los de Cervera volcados en el área visitante, a los de Ramis no les quedó otra que aguantar el chaparrón. Lucas Ahijado obligó a estirarse a Soriano con un potente disparo tras servicio de Enric Gallego en el 22′ . Fue el único acercamiento claro de unos locales que siguieron intentándolo, pero con la misma nefasta suerte a la hora de la finalización. Con nada que el aficionado pudiera llevarse a la boca y alimentar su hambre de goles, el árbitro decretó el descanso.

El segundo acto de esta fría y descafeinada contienda empezó con Bretones en ‘modo venenoso’. El lateral izquierdo ganó hasta en dos ocasiones línea de fondo para la definición perfecta de pase de la muerte: fuerte, raso e imposible. Sucede que la pólvora ovetense se ha mojado demasiado pronto. De los pases, sólo Hugo estuvo cerca de rematarlo, ya no introducirlo en la portería.

El Tenerife, cuando pasó el chaparrón, se dedicó a guardar un punto valioso viviendo de un entramado defensivo de nivel sobresaliente y la calidad del binomio Alexandre-Aitor Sanz. A base de esperar, se le acabó el tiempo a unos y a otros.