El Rayo se adelantó en una primera parte de la que fue dueño y señor, pero los visitantes empataron al filo del descanso y Sylla firmó la remontada.
También hubo polémica arbitral.
La alegría va por barrios, nunca mejor dicho. En el de Vallecas empezó todo para el Girona, una metamorfosis digna de Kafka, que le deja acariciando la gloria con las yemas de los dedos. Aquella derrota liguera allá por el 10 de abril— fue el germen de una racha de once partidos sin perder. Esta última victoria cierra el círculo y quizá también espante esa maldición que le persigue desde hace unas cuantas finales del playoff… Y eso que las cosas no pintaban bien para los de Francisco en la primera parte, de la que el Rayo fue dueño y señor. Perdonó y en tres minutos tontos se encontró con el empate y un gol en contra anulado por mano. Sylla certificó la remontada, después de la reanudación y de que el VAR invalidara el 2-2 de Pozo en el 91′.
El Rayo descorchó el partido, lo agitó haciéndose con el balón y lo abrió con un remate de Álvaro que atrapó sin demasiada complicación Juan Carlos. Si algo había quedado claro en esos primeros instantes es que en Vallecas mandaban los franjirrojos, especialmente por el flanco izquierdo. Se barruntaba el gol, olía a tierra mojada y no tardó en desatarse la tormenta. A los seis minutos. Isi cazó un fallo en cadena de Juan Carlos, Juanpe y Cristóforo para abrir el marcador con un trallazo imparable a la escuadra. El Pichichi de la Franja repetía ante el Girona, al que ya vacunó en su última derrota (2-1).
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No se saciaba el hambre del Rayo, que enseñaba el diente, una, otra y otra vez. A cada bocado quería otro más. Álvaro trató de sorprender a Juan Carlos desde fuera del área, pero el guardameta desvió la pelota a córner. Posteriormente, los extremos surtieron a Qasmi y éste saboreó dos buenas ocasiones —un zurdazo y un cabezazo—, que se terminaron marchando demasiado arriba. Los locales habían dado en la línea de flotación de un Girona hipersólido atrás hasta ese momento, que se sentía un juguete en manos de los vallecanos. Eléctricos. De hecho, Álvaro volvía a poner en aprietos a Juan Carlos.
El Rayo perdonó y lo terminó pagando, más concretamente, en la primera llegada con peligro del Girona. Franquesa remató un pase atrás de Sylla y firmó el empate. Sin apenas pestañear, sólo tres minutos después, Bustos ponía el 1-2 en el marcador, después de desviar —sin querer— un disparo de su compañero Gumbau. Entonces se sumaron a la fiesta Pulido Santana, el VAR y, por supuesto, la polémica. El colegiado revisó el gol y lo anuló por mano de Bustos. Eso desató las protestas del conjunto catalán, que ya en el partido de Liga le reclamó dos penaltis no señalados. Las quejas de Francisco motivaron las de Iraola, después aparecieron los jugadores y el lío duró lo que los suplentes tardaron en meterse al túnel de vestuarios.
Tras el descanso, quienes salieron a morder fueron los visitantes. Arnau se la puso a Sylla para que éste anotara (ahora sí) el 1-2 en el 46′. Las tornas se habían girado y para poner el combate, de nuevo, patas arriba Iraola tiró de Bebé. Salió entre la ovación de Vallecas y a lanzar una falta, que la barrera mandó a córner. Francisco también movió ficha y sacó a Stuani. El juego iba a trompicones, pero los franjirrojos aún tenían fe y gasolina en el depósito. Un zurdazo de Trejo, muy ajustado al palo, murió en el lateral de la red.
El Rayo estaba dispuesto a morir matando. Pozo ponía el empate en el 91′, pero lo que el VAR le dio antes se lo quitó después. Daba igual, los vallecanos seguían atacando con más corazón que cabeza y el pitido final dio paso a una nueva tangana. El Girona da un paso hacia Primera, pero todavía quedan 90 minutos en Montilivi. La Franja se aferra al milagro, a la pelea, a que esto no sea más que un final abierto…
