El Leganés suma la tercera victoria consecutiva tras el retorno de su entrenador, ésta ante un Albacete que llegaba lanzado, pero que terminó impotente.
Golazo de falta de Rubén Pardo.
Butarque es, en domingo, plaza inexpugnable. Tiene ángel el hogar de un Leganésque ha convertido este espacio en el mejor fortín de Segunda. Nadie saca tanto rédito de su casa (30 puntos) como los pepineros. En ella sufrió el Albacete una metamorfosis que lo redujo a bloque impotente pese a llegar lanzado después de tres triunfos visitantes seguidos. Eso, tres victorias seguidas, es lo que acumulan los madrileños desde el retorno de un Garitano que ha reformulado a este equipo potenciando su intensidad y azuzando su ataque. Funciona. Ante los manchegos lo hizo especialmente en una primera parte que acabó 2-0 (Rubén Pardo -golazo de falta- y Rober Ibáñez), pero que pudo cerrarse en goleada. Trató de reaccionar elAlbacete en la segunda, pero no le dio la gasolina de la fe más que para recortar con el gol de Álvaro. Sabin, en una contra (81′), sofocó el conato de sorpresa.
Se vistió el inicio con aires de agitación. Y daba igual el color. Porque el Albacete, que llegaba envalentonado por sus buenos resultados de visitante y sensaciones precedentes (su derrota ante el Mallorca fue un derroche de valentía), también quiso alzar la voz. Tanto lo hizo, que suyos fueron los primeros compases de un duelo en el que incluso estrenó las ocasiones, con Silvestre avisando de lejos y Álvaro rapiñando peligro por la derecha. No pintaba bien el asunto para los pepineros y por eso, puestos alzar la voz, Garitano aclaró la suya y lanzó un quejido rotundo que apretó las filas pepineras. Empezaba el recital, ese que iba del banquillo al césped y viceversa.
Asier gritaba mandamientos sin cesar (casi siempre pidiendo subir líneas) y los suyos empezaron a responder encajonando el combate en los alrededores de Tomeu Nadal.El vértice favorito para las huestes locales fue el costado zurdo, donde Javi Hernández y Kevin Bua ejercieron de vendaval incesante en esta primaveral tarde madrileña. Contaron con el soporte de Eraso y Rubén Pardo.
Es este último uno de los principales beneficiados con la metamorfosis de esta Legamás valiente comparado con la versión de Martí. Porque se ha convertido en ancla, timón… y bazuca. Su golazo de falta (18′) se coló en la escuadra con una sensual violencia. La acción se la regaló Bua en un casi-penalti-por-un-metro que descorchó la efervescencia blanquiazul.
Las órdenes de Garitano seguían y los ataques, también. Todo con un patrón repetido de izquierdas y tintes obreros (eso es el Lega: trabajo, trabajo y trabajo) que se hizo realidad en el 2-0 (23′). Gol fruto de un largo rosario de pases en el que participó casi todo el equipo, aunque el amén final lo puso Rober Ibáñez, atento para cazar un rechace oportuno dentro del área. Alcanzado el ecuador del primer acto, el Leganés dominaba y ganaba con claridad ante un rival menguado que no sólo no podía reaccionar, sino que veía cómo el enemigo trataba de defenderse asediando el área deTomeu. El arquero fue rápido antídoto para que Miguel no marcara el tercero de vaselina al filo del descanso.
La reanudación calcó el estreno del partido (bien el Albacete, dubitativo el Leganés), pero no su continuación. A los locales le falló fuelle para seguir asediando a un enemigo de orgullo crecido que esparció altas dosis de miedo cuando Álvaro Jiménezhizo el 2-1 tras un buen recorte dentro del área (71′). De ahí en adelante lo intentó de todas las formas posibles, con más corazón que fútbol y más alma que pegada frente a un Leganés defensa firme, pero sin hundirse en su área. Amago de susto pepinero que se marchó al pozo del olvido cuando Sabin Merino (81′) aprovechó una contra que lanzó Javi Hernández para poner el 3-1 y empezar a pensar en lo que está por llegar: el miércoles, Almería y el domingo, Tenerife. Doble oportunidad para demostrar que Butarque sigue teniendo ángel en su plaza.