Hace ya nueve meses (vamos, un embarazo en toda regla), con toda la parafernalia informativa isleña movilizada, el grupo de gobierno se trasladó hasta la Montaña de Arucas para hablar de mejoras en el lugar, tan abandonado y raro en los últimos tiempos. Si lo que dijeron aquel día (un 15 de junio de 2021) fuera verdad, ahora mismo estaría la obra terminada: ampliación de aceras, aparcamientos y barandilla nueva de madera. Se dieron a conocer las bondades de la reforma y lo que suponía para el municipio que, en esta ocasión, utilizaba sus propios remanentes. Sin embargo, nada se ha hecho. Parece ser que la culpa es del Cabildo grancanario que no “liberó” no sé qué cosa y todavía sigue “sin llegar en tiempo y forma”.
¡Fíjate tú!
“Parece estar claro que al canario no le está sentando bien el alpiste”: acaso sea porque el gobierno municipal no presiona lo suficiente donde debería hacerlo. En fin, ¡¡es un suponer!! Entendemos ahora por qué el viejo Mercado Municipal lleva ya 22 años cerrado (¡y lo que te rondaré, morena!) y, un poquito más allá, el llamado Hotel-Escuela Rural, o como sea su nombre, siga siendo de cartón piedra, ideal para rodajes fantasmas.
Pero de momento la Montaña de Arucas sigue como siempre.
A la “política de espumas” le han salido “burbujas”: como dejes el refresco abierto, pierde fuerza.
Ya lo dijo Cervantes: “cosas veredes, amigo Sancho”.
Aunque también Víctor Fernández Gopar, El Salinero del Janubio, lo dejó clarísimo:
