Empieza la era Koeman y el último baile de Leo Messi.
El Villarreal de Emery, un equipo en crecimiento, va a suponer un duro hueso en el debut azulgrana.
El 2-8 del pasado 14 de agosto en Lisboa fue una humillación, pero no un fin de ciclo. Porque este es el ciclo de Messi y, aunque él ha intentado salir corriendo este verano, el círculo no se cerrará hasta que abandone el Barça. Así que esta temporada, salvo cambio de opinión del argentino, al que sólo muchos goles cargarán de razones sus despiadadas críticas al presidente por el incendio que generan en el día a día del club, sí significará el final de una época. O, por qué no, el inicio de algo. Porque hoy, en el partido ante el Villarreal (21:00 horas), también empieza la era Koeman, que los más agoreros anuncian corta.
Koeman tiene un hueso para empezar. El viernes puso a sus jugadores a ver vídeos del nuevo Villarreal de Emery, que después de conocer el glamour de París y la magia gunner en el norte de Londres, ha regresado a orillas del Mediterráneo, donde triunfó rotundamente en Almería después de su ‘beca’ en Lorca y luego hizo un máster de fútbol en Valencia. Los equipos de Emery, bien lo saben en Sevilla, tardan en arrancar, y en eso está el de Hondarribia, a quien Roig ha confiado su sueño de levantar, por fin, un título. Unai tiene internacionales españoles en todas las líneas: Asenjo, Albiol, Pau Torres, Parejo, Alcácer, Gerard... Y a ese japonés criado en La Masia que tantas expectativas ha generado en el último año, Take Kubo, en un año importante para su confirmación como jugador de élite.
«El Barça de Messi» continúa en las carteleras casi con más años que «Cuéntame» pero, seis temporadas después, Suárez desaparece de la serie, lo que obliga a importantes cambios en el guion. Para empezar, y salvo que llegue Lautaro, desaparecerá la figura del nueve en el Barça. «El juego va a ser diferente; el sistema, diferente», anunció Koeman, que piensa exigir en la presión, protegerse con un doble pivote y darle cancha a los jóvenes. A Koeman le gusta ganar. Convendría no menospreciar al héroe de Wembley.