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Ago 27, 2021

Cuando recibí el carné de la Uneac sentí un inmenso orgullo. Formar parte de tan prestigiosa asociación constituye, más que un elogio, un reto en pos de salvaguardar el patrimonio artístico y literario de la nación.

La Uneac emergió para aunar esfuerzos, convocar a los hombres y mujeres de pensamiento a formar parte del ejército cultural con el propósito de ganarle la batalla a la incultura, al analfabetismo, a la seudocultura. Influyó en las transformaciones socioculturales que se comenzaron a vivir, para que la utopía dejara de serlo y se convirtiera en manifestación viva de lo que es capaz de hacer un país en revolución.

 De los retos asumidos entonces y de sus muchos éxitos se ha debatido hasta la saciedad en estos 60 años de existencia. La participación de los principales líderes políticos en sus congresos a lo largo de estos años ha contribuido notablemente en su permanencia y en su celo por custodiar los bienes patrimoniales, así como en el hecho de servir de base orientadora del trabajo cultural en correspondencia con la política trazada por el Ministerio de Cultura.

Su trabajo mancomunado con las instituciones culturales y con sus sedes en cada provincia y municipio sigue siendo decisivo en la configuración del rostro creativo de la Cuba revolucionaria.

La Uneac tiene que seguir debatiendo el futuro intelectual de la Revolución, no solo desde los espacios favorecidos de la cultura nacional, sino desde la base, allí donde los artistas e intelectuales no deben sentirse solos, luchando contra los molinos de la incomprensión, de la desidia, del olvido por parte de quienes debían estar comprometidos con su arte, con su pensamiento transformador, pues en los pequeños poblados los debates, en muchos casos, suelen ser escasos, con poco interés por parte de quienes debían ser todo ojos y oídos. No es solo pedirles a los creadores, es  apoyarlos para que no sientan que el fatalismo geográfico es la piedra dolorosa que les impide avanzar. La Uneac debe seguirse preocupando por el estado constructivo de los inmuebles para el desarrollo sano de las actividades artísticas de los aficionados y como parte del entretenimiento del pueblo trabajador. Hay que abrazar a la base y reflexionar con sus creadores, aunque estos no se muevan aún en las grandes plateas culturales de la nación cubana.

La Uneac, unida al Ministerio de Cultura, está convocada a ganar esta dura batalla, pues en el objetivo supremo de nuestro sistema de construir un país mejor y un mundo más habitable para la humanidad, nosotros, los de la base, también tenemos la palabra.

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