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» Especial Cuba » José Martí, el preso 113 de las canteras de San Lázaro «

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Feb 3, 2023

El 4 de marzo de 1870 José Martí fue condenado a seis años de privación de libertad con trabajo forzado,por el delito de infidencia. Permanecía detenido desde hacía más de cuatro meses (21 de octubre) en la Cárcel Nacional. Le notificaron el 31 de marzo que cumpliría la sanción en el Presidio Departamental de La Habana, que estaba situado en el mismo edificio que ocupaba la cárcel, en la calle Prado.

Temprano en la mañana del 4 de abril, trasladan al preso Martí para el Presidio. Allí lo fichan: Estado, soltero; edad, 16 años; estatura, regular; color, bueno; cara, boca y nariz, regulares; ojos, pardos; pelo y cejas, castaños; barba, lampiña; como señas particulares se indican una cicatriz en la barba y otra en el segundo dedo de la mano izquierda. Lo sitúan en la Primera Brigada de Blancos con el número 113.

Al siguiente día lo pelan al rape, le dan un sombrero de ala ancha y lo visten con las ropas de presidiario. Le fijan en el tobillo de la pierna derecha un grillete, unido a una cadena con tres largos eslabones que rodea su cintura. Desde este día trabajará en la cantera de San Lázaro, en la sección llamada La Criolla. Luego lo retratan en una de las celdas del presidio.

Al mismo tiempo, fuera del penal, doña Leonor, su madre, movía cielo y tierra para que las autoridades españolas liberaran a su hijo. Y lo logró. Lo trasladan con los ojos afectados por la cal para la fortaleza de La Cabaña en el mes de septiembre.

José Lorenzo Cabrera, el fotógrafo de la cárcel, le tomó a Martí el retrato donde aparece de pie, rapado, vistiendo el uniforme de preso, que dedicó a su madre con fecha 28 de agosto:

«Mírame madre, y por tu amor no llores; Si esclavo de mi fe y mis doctrinas, Tu mártir corazón llené de espinas, Piensa que nacen entre espinas flores.»

Más tarde, el 5 de septiembre el Capitán General lo indulta por ser menor de edad y lo deporta para la Isla de Pinos (hoy Isla de la Juventud). Pero doña Leonor no ceja en su empeño. Solicita y obtiene permiso para que su hijo pueda continuar sus estudios en España.

El joven permanece varias semanas en La Habana tramitando la documentación del viaje. Visita el presidio y se despide de quienes fueron sus compañeros de trabajo. Martí embarca el 15 de enero de 1871 rumbo a Cádiz, España, a bordo del vapor Guipúzcua.

A mediados de ese año publica en Madrid el folleto titulado El presidio político en Cuba, donde ofrece sus desgarradores testimonios cuando realizaba trabajos forzosos en las canteras de San Lázaro:

«Es la cantera extenso espacio de ciento y más varas de profundidad. Fórmonla elevados y numerosos montones, ya de piedras de distintas clases; ya de cocó, ya de cal, que hacíamos en los hornos, y al cuál subíamos, con más cantidad de las que podía contener el ancho cajón, por cuestas y escaleras muy pendientes, que, unidas, hacían una altura de ciento noventa varas.

«…Esto y la carrera vertiginosa de cincuenta hombres, pálidos, demacrados, rápidos a pesar de su demacración, hostigados, agitados por los palos, aturdidos por lo gritos; y el ruido de cincuenta cadenas, cruzando algunas de ellas tres veces el cuerpo del penado; y el continuo chasquido del palo en las carnes, y las blasfemias de los apaleadores, y el silencio terrible de los apaleados, y todo repetido incansablemente un día y otro día, una hora y otra hora, y doce horas cada día: he ahí pálida y débil la pintura de las canteras.

«Ninguna pluma que se inspire en el bien puede pintar en todo su horror el frenesí del mal. Todo tiene su término, en la monotonía. Hasta el crimen es monótono, que monótono se ha hecho ya el crimen del horrendo cementerio de San Lázaro».

LAS CANTERAS DE SAN LÁZARO

La idea de preservar y conservar como auténtica reliquia histórica los restos de las canteras de San Lázaro, en La Habana, donde nuestro Héroe Nacional José Martí, junto a otros patriotas cubanos sufrieron la crueldad del trabajo forzoso en el presidio político colonial, surgió sin que se pueda precisar la fecha, en las tertulias y reuniones en que participaban un grupo de intelectuales martianos, quienes acordaron divulgar y solicitar del gobierno preservar ese histórico patrimonio donde también estuvieron picando piedras forzosamente los sobrevivientes y sancionados jóvenes estudiantes de medicina, en 1871.

En una investigación realizada en 1930 por el fervoroso investigador martiano Federico Castañeda Pérez, descubrió una amarillenta copia del plano levantado por don Esteban T. Pichardo, en el año 1873, de la ubicación de las canteras del Presidio.

Con una copia de ese documento en la mano una comisión presidida por Gonzalo de Quesada y Miranda, realizó un recorrido a finales del mes de diciembre de 1937, por esas ruinas donde se encontraban las canteras de San Lázaro o del Presidio, acompañado por Emilio Roig de Leuchsenring, historiador de la ciudad de La Habana; el doctor Federico Castañeda Pérez, y Emilio Vasconcelos Frayde, jefe del Departamento de Urbanismo Municipal, con el objetivo de precisar el lugar más adecuado para erigir allí un Rincón Martiano.

Alertados por la inminente demolición de la antigua cárcel de La Habana, para construir un parque, la Comisión realizó un recorrido el 20 de febrero de 1939 por sus áreas y estimó que debían conservarse la capilla y algunas celdas y bartolinas, por su importancia patrimonial.

Ese mismo día también visitaron los restos de las canteras de San Lázaro, apreciando que algunas partes del terreno todavía conservaban su antiguo estado y podían convertirse en reliquias históricas.

Todo ese patrimonio de la cantera estaba enclavado en la manzana número 36 del Reparto San Lázaro, que está limitado por las calles  Príncipe, Espada y Veintisiete. Una superficie aproximada a los mil metros cuadrados.

Al siguiente día el Historiador de la Ciudad le envió un informe oficial al secretario de Justicia donde le argumentaba, entre otras cosas, el valor histórico y  patrimonial de las canteras que merecían su protección inmediata:

«Recomiendo, pues, a usted, señor secretario, se conserve, por su inapreciable valor histórico, esta parcela de terreno, realizándose en ella aquellas obras indispensables para rodearla de un parque público, sin que se pierda la característica de tal clase de terreno, ni tampoco se destruyan los restos de los muros de un horno de cal que allí existe aún; y se coloque, como es lógico, una tarja explicativa e ilustrativa de dicho lugar histórico, cuya leyenda, si usted y el Gobierno lo juzgan oportuno, yo me sentiré muy honrado en redactarla».

Ante las numerosas solicitudes de prestigiosos historiadores e investigadores martianos, por conservar las canteras de San Lázaro, el gobierno concedió el 11 de febrero de 1944 un presupuesto de $20 000 pesos para realizar las obras del Rincón Martiano. La supervisión de la ejecución del histórico proyecto estuvo a cargo del patronato, integrado por Emeterio S. Santovenia, Joaquín Llaverías, Félix Lizazo, y Julián Martínez Castells, componentes del Consejo Director Permanente de los Archivos de la República de Cuba.

Y el 10 de abril de 1944 fue inaugurado solemnemente en las ruinas de las canteras de San Lázaro, el Rincón Martiano, en homenaje a nuestro Héroe Nacional José Martí y a los cubanos que padecieron allí los horrores del presidio político.

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