Varios trabajadores resultaron heridos en Camagüey, al enfrentar valientemente a los vándalos que provocaron disturbios el domingo 11 de julio.
Mientras nuestras armas eran banderas cubanas y carteles con consignas patrióticas, ellos nos recibieron a pedrada limpia», recuerda Yunior Cardoso Fernández, al referirse a los actos vandálicos ocurridos el domingo pasado, en la ciudad de Camagüey, con el avieso propósito de subvertir el orden.
A fuerza de coraje, una barrera infranqueable de trabajadores, ubicada en los accesos del puente de Triana, impidió el avance de los grupos de apátridas, contrarrevolucionarios y delincuentes, quienes pretendían abrirse paso, a como diera lugar, para llegar hasta la sede del Gobierno Provincial.
«¡Qué se podría esperar de esos vándalos –declara enardecido Yunior Cardoso– si se cayera la Revolución! Eso nunca lo permitiremos. Quien se sienta patriota verdadero y ame a su tierra no puede mantenerse impasible ante acciones como estas, que lo que buscan es entregarle el país al imperialismo».
Manuel Arias Carmenates fue uno de los trabajadores que recibió el impacto de varias piedras: «Apenas escuché el llamado de nuestro Presidente, me presenté de inmediato en el lugar donde estaba el foco principal de los disturbios, decidido a enfrentar a esos elementos al servicio del Gobierno de Estados Unidos.
«A pesar de la tensa situación creada –asegura–, nadie se movió de su puesto. Varios compañeros recibieron pedradas en la cabeza, lo que demuestra la baja calaña de quienes integraban esas turbas, que desde el primer momento asumieron una actitud de abierto enfrentamiento a las fuerzas del orden público.
«Enseguida nos dimos cuenta de que para ese tipo de gente también éramos sus enemigos, aunque tuvieran enfrente a trabajadores, campesinos, mujeres, jóvenes, hasta ancianos, que acudieron al lugar de los hechos a hacer valer su derecho a defender la Patria y la Revolución».
Contrario a la matriz de opinión que pretenden imponer los medios internacionales de prensa y las redes sociales en internet, Luis Villavicencio Rabí aclara: «De manifestación pacífica no tenía nada, porque muchos pudimos apreciar la manera violenta con que actuaron, arrojando piedras a todo el que encontraban a su paso.
«Esa actitud cobarde y llena de odio –añade– nada tiene que ver con el pueblo humilde y trabajador que, en medio de carencias materiales de todo tipo, resiste y enfrenta las vicisitudes actuales sin dejarse confundir ni manipular por quienes solo persiguen destruir la unidad forjada en tantos años de Revolución».
Con ello coincide la profesora Mercedes Escuredo Olazábal, quien asegura que los recientes disturbios generados por artimañas bien montadas desde Estados Unidos tienen que ver con la perversa intención de provocar en el país el caos, la desestabilización y un estado de ingobernabilidad.
«En esa provocación lo que prevaleció fue la indecencia, el uso de la violencia y el propósito de crear imágenes de que aquí hay abuso de poder. Para materializar sus planes, algunos de los lidercillos fueron pagados por sus amos, lo que los ratifica como mercenarios al servicio de una potencia extranjera.
«Sin embargo –comenta–, lo que sí quedó demostrado por la firmeza revolucionaria del pueblo camagüeyano, que somos mayoría, es que eso, pésele a quien le pese, no resultará posible, porque aquí se mantuvo en todo momento la dirección, el orden, la estabilidad, la tranquilidad ciudadana y la paz».
CON EL PUEBLO NO HAY RUPTURA, HAY CONTINUIDAD
A los 82 años, Aurora Evia Pérez defiende a «su Revolución» con el mismo espíritu con que, en aquel 1959, salió a recibir a los barbudos que en caravana llegaron a La Habana un 8 de enero.
Asegura que el proceso revolucionario, que tantos logros dio al pueblo en materia de educación y salud, continuará, a pesar de la política hostil impulsada por el Gobierno de Estados Unidos contra la Isla, agravada en los últimos años, con la administración de Donald Trump, y sostenida por Biden.
No entiende, sino desde la ingratitud, la maldad y la ignorancia, cómo un grupo de personas patrocinadas por el imperio son capaces de hechos de desestabilización con manifestaciones de desorden y actos vandálicos en el país que tanto les ha dado.
Como si en la mano cargara su corazón de abuela, toda ternura, buscaba un modo único para decir cuánto agradece al sistema de Salud por mantener la campaña de intervención sanitaria en todo el país, el papel de los doctores en este proceso y la profesionalidad con que han trabajado para no dar de lado a las personas longevas, sino cuidarlas especialmente del virus mortal que las hace todavía más vulnerables.
Cargada de esa vitalidad que moviliza los años mozos, Caridad López, de 26 años, comentó que los principios y la continuidad de la Revolución están a buen resguardo en la mayoría de los jóvenes como ella, y que si alguien lo dudaba, que contaran a los que acudieron sin vacilar, el pasado domingo, a confirmar que las calles son de los revolucionarios.
Un llamado a la no violencia y a la no injerencia en los asuntos del pueblo fue también el reclamo de esta joven graduada del Instituto Superior de las Artes.
«Nosotros los cubanos estamos indignados por la situación ocurrida en algunos lugares de la Isla, pues tenemos que ser, ante todo, agradecidos con la Revolución y estar convencidos de que todo lo que hace el Gobierno es a favor del pueblo», expresó Joanna Rodríguez, vecina del capitalino municipio de Plaza de la Revolución.
«Estados Unidos no tiene ningún derecho a inmiscuirse en los asuntos del país. El pueblo cubano desea trabajar en paz. Que levanten el bloqueo para que vean cómo Cuba sale de la situación económica en la que se encuentra».
DEFENDER LA VERDAD A CAPA Y ESPADA
«Por nuestra nación, por nuestra familia, por todos los compañeros, por todos los que desgraciadamente están enfermos con la pandemia, por los médicos que están luchando, por todo un pueblo entero, porque lo que quiero es una mejoría para mi país».
Dice Carlos Arnedo Pérez que esas fueron las razones por las que salió el domingo a defender la Revolución ante la provocación que se produjo en el trayecto frente al Hotel Saratoga y el Capitolio Nacional.
«Tenemos que enfrentar a todos los que quieren dividirnos, hacernos daño, y aclararles la mente a aquellos que están confundidos, porque una intervención militar en este país no sería para hacer bien, sino para destruirnos».
A sus 40 años de edad, Carlos Arnedo Pérez es mago de profesión y estudia Sicología en un curso para trabajadores en la Universidad de La Habana, y es de los convencidos de que la calle, aunque es de todos, tiene que ser defendida, en pro de la tranquilidad y la seguridad ciudadanas, por los revolucionarios, «y defenderla de verdad.
«Todos queremos estar mejor, vivir mejor, pero necesitamos tener las opciones que le bloquean al país. Mientras tanto, no podemos permitir que generen cizañas entre los cubanos para así debilitar nuestra unidad como pueblo.
«Nuestro Presidente, con la transparencia que lo caracteriza, ha dejado bien claro el mensaje de que estamos sujetos al diálogo, pero siempre de una forma pacífica. Puede haber algunos confundidos, pero los que no lo estamos vamos a luchar contra todo lo que se oponga a que Cuba siga siendo conducida por los cubanos».