A Cuba hay que quererla siempre, no es leal quererla por ciclos o por circunstancias. Es innoble querer a la Cuba que vacuna a tus hijos gratis y denigrar a la que no ha podido pintar el hospital; querer a la que te brindó maestro y escuela y despreciar a la que no pudo darte la mejor tecnología.
No se es fiel atacando la tierra que cultivó tu talento sin costo alguno, porque ahora no puede abrir camino a tus planes de gloria y fortuna.
No se vale querer a la Cuba que no te obligó a trabajar de niño y herir a la nación que está impedida hoy de repletar las tiendas.
No sería digno adorar el pedacito donde florece el éxito de tu familia y maldecir el amplio espacio donde lucha todo un pueblo.
Ingrato resultaría aplaudir la Cuba de glorias pasadas y dudar de un país que apuesta por un mejor futuro.