Dos ex capitanes del Valencia tumban al equipo de Javi Gracia con sus goles y ponen líder al Villarreal de Emery. Kubo salió en el 64′ y acabo siendo expulsado.
Al Valencia le crecen los enanos.
De todos los escenarios posibles en el derbi se dio el más rocambolesco y traumático: que Paulista, ex del Villarreal, regale un penalti a Pedraza y lo transforme un canterano che como Alcácer y, como remate a la faena, que Parejo, hasta hace nada capitán general en Mestalla, decidiera el partido con una obra maestra. El fútbol no entiende de sentimientos.
Emery ganó su octavo partido contra Javi Gracia (el noveno lo empataron), dejando a su Villarreal en la alturas de la tabla y al Valencia resoplando: para un día que Guedes vuelve a asomar la cabeza, su gol sólo sirvió para maquillar los resúmenes del domingo.
Villarreal y Valencia están muy lejos de lo que fueron y, sobre todo, de lo que pretender ser. El partido tenía todos los ingredientes para ser un gran espectáculo y, sin embargo, fue un auténtico tostón. El ritmo, la continuidad de su juego, las imprecisiones, el desborde y la claridad les delatan. El Submarino, sin exhibirse, fue mucho mejor durante la primera media hora porque llegaba empoderado del Wanda y, tampoco se puede obviar, debido a que su rival salió magullado y sin bolsas del mercado.
El equipo de Emery se encontró un gol a los cinco minutos que le facilitó más las cosas, con un atropello temerario de Paulista como si debiera algún favor en La Cerámica por la acogida en el pasado. El central arrolló a Pedraza, receptor de una asistencia de Chukwueze, al no medir su energía al corte, como tantas veces le pasa.
Alcácer no falló desde los once metros pese a que Jaume intentó desequilibrarle con un reiterativo “lo vas a fallar, Paco” que captó nítidamente los micrófonos ahora que no hay murmullos en las gradas.