El catalán remonta al Eibar tras marcar un golazo y asistir a Alcácer. El Eibar se adelantó en el marcador. Derrota en el partido 400 de Mendilibar en Primera.
El Villarreal se ha gastado 33 millones de euros en fichajes. Kubo, Coquelin, Parejo y Estupiñán le han dado lustre al Submarino. Los nombres suenan de maravilla, pero después del desembolso económico hay un hombre que está por encima del resto: Gerard Moreno. El catalán es medio Villarreal. O, quizás, el Villarreal entero. El Submarino sigue dependiendo de la inspiración del máximo goleador nacional la temporada pasada. Si Gerard tiene el día y está fino, el Villarreal es un avión. El ariete se encargó de remontar el tanto inicial del Eibar con un golazo y una asistencia a Alcácer. De paso, Moreno desatascó a Emery, quien logró su primera victoria con sufrimiento porque el Eibar complicó las cosas y estuvo cerca de calcar el partido y el empate del Huesca del estreno liguero.
Emery no cambió nada en al Villarreal. Su dibujo fue el mismo que el de hace siete días. Mendilibar, en su partido 400 en Primera, sí tocó más la pizarra y cambió el sistema para jugar un 4-3-3, mismo esquema que empleó el Huesca hace unos días. El plan le salió bien al Eibar durante 70 minutos, tiempo que tardó Gerard en desnudar el entremado de Mendilibar. En los primeros diez minutos, el Villarreal avisió con un disparo de Moi Gómez y un gol anulado a Gerard por fuera de juego. Sin embargo, Inui, uno de los tres japoneses que había en La Cerámica, fue el que puso en aprietos a Asenjo tras recoger un pase de Dmitrovic y marcharse de Pedraza. El nipón falló en la definición. Antes del descanso, Alcácer perdonó una muy clara al considerar que estaba en fuera de juego, mientras que Expósito cerró la primera parte con un disparo ajustado que obligó a Asenjo a aparecer de nuevo.
El Eibar terminó mejor el primer tiempo y también comenzó con buen pie el segundo acto. Expósito encontró a Kike García entre líneas y el delantero armero puso por delante al Eibar. Al Villarreal le tocaba, otra vez, remar a contracorriente. Gerard se puso al mando y no paró de generar fútbol y ocasiones hasta que ganó el partido. Empató el choque con un golazo tras sentar a Bigar y cruzar el balón. Luego, vestido de mago, le metió un balón de oro a Alcácer para que el valenciano hiciese el gol de la victoria. Fue con suspense porque el VAR tuvo que darlo por válido. Fue entonces cuando Gerard bajó los brazos, con la misión cumplida y con la primera victoria en el bolsillo. El Villarreal más ilusionante sigue dependiendo de su estrella de guardia, del señor Moreno.