En el día del regreso de Jonathan Viera a Las Palmas, le sustituyó para después hacer el empate.
La U.D. Ibiza se había adelantado con un gol de Castel.
Cuando todos los focos apuntaban a Jonathan Viera, que regresaba a Las Palmas, el héroe fue Alberto Moleiro,
que nada más sustituir a la estrella amarilla hizo el empate ante un glorioso Ibiza, que permanece invicto, cinco jornadas después, en su debut en el fútbol profesional.
Quizás por el bochorno presente, tal vez por entrar demasiado fríos al partido, lo cierto es que ambos equipos ofrecieron todo un tratado de imprecisiones en los primeros minutos del duelo. El Ibiza se había posicionado mejor, especialmente en defensa, pero le tocó echarse a temblar cuando Viera botó una falta en el minuto 5 que después no fue un problema para Germán, que sin embargo acto seguido evitó de manera milagrosa el 1-0 de Pejiño.
Las Palmas, pese a esos minutos de euforia, se centró en amasar la pelota, lo cual no era poca cosa ante un equipo tan atrevido como el Ibiza, cualquiera diría que es un recién ascendido.
Los muchachos de Carcedo se encontraron además con un regalo del todo inesperado, cuando una ridícula pérdida en la salida de pelota del equipo grancanario dejó a Castel solo ante Raúl para hacer el 0-1 y, de paso, su tercer gol de la temporada. La primera visitante, a la cazuela.
No se vino abajo Las Palmas, herida en su orgullo mas no tocada, y en la siguiente jugada un excelente Pejiño dejó a Sergio Ruiz plantado delante de Germán, pero este estuvo más que atento al intento de recorte del mediocentro cántabro, que tan felices se las prometía. Aunque tampoco es que la U.D. Ibiza pareciera contentarse con el 1-0, percutía con facilidad Las Palmas. Tanto fue así que, en el minuto 16, un dulce pase de Viera se paseó por el área chica sin que Jesé o el propio Ruiz acertaran a poner cualquier de sus botas, único requisito para que aquella pelota deslizada por el 21 amarillo acabara en gol.
Pese a que no dejaba de intentarlo, se le notó la inactividad al mediapunta, lo cual le venía de perlas al Ibiza de cara a anestesiar el partido, que tanta falta le hacía. Las Palmas protestó un posible agarrón de Morillas a Pejiño que pudo ser penalti, pero el 0-1 se mantuvo en el marcador del Estadio Gran Canaria al final del primer tiempo.
Salió volcada la formación local tras el descanso, pero con mucho más corazón que cabeza. El Ibiza, impasible, bien pertrechada en su frontón defensivo, acaso sin rastro de descomposición, esperada calmada atrás, y casi hace el 0-1 cuando Appin dejó solo a Bogusz delante de Raúl Fernández, pero hizo lo más difícil: mandarla fuera.
Las Palmas apenas funcionaba a impulsos, por lo que tocaba variar por completo. Así, Jonathan Viera le cedió el testigo al pujante Alberto Moleiro en el minuto 66, para dos más tarde hacer el 1-1 de manera preciosa, interior y palo largo, tras una delicia de Pejiño en al área pitiusa. El extremo sevillano se marcó un partido imperial, al que solo le faltó el gol, y de nuevo Germán le privó de marcar poco después de llegar el empate.
Los muchachos de Mel comenzaron de pronto a enfriarse, y bien pudieron toparse de nuevo con la desgracia si un centro de Ekain al corazón de su área llega a encontrar el rematador que el efecto prometía.
Con los pulmones de ambos bandos en la reserva, en la deslavazada locura de los últimos minutos, el partido murió en ese justo 1-1 que mantiene invicta a la U.D. Ibiza, mientras que Las Palmas sufre otro frenazo en su carrera por posicionarse lo antes posible en la zona noble de la clasificación. En el día que regresó Jonathan Viera, un más que digno heredero, Alberto Moleiro, benditos 17 años, fue la estrella amarilla.