Excelente partido del portugués, que dio las tres asistencias de los goles del Atlético: para el doblete de Morata y el de cierre de Griezmann.
Los del Cholo se exhiben en su estreno en Liga en Getafe.
Agarrado a la música de Morata y João Félix presenta el Atleti su candidatura. Que llegaba el momento de demostrar que la pretemporada no ha sido solo un sueño de verano. Bajo la tarde soleada de este lunes le arrancaban los rojiblancos el forro a la temporada con deslumbrante bronceado. Más altos, más fuertes, más guapos. La piel llena de victorias y goles. En tromba.
Los dos entrenadores estrenaban juguetes. Quique, al que le faltan aún muchas piezas, con Agileri y Duarte. Simeone, con Nahuel y Witsel y los pródigos Morata y Saúl, que si nada más volver estaban llamados a irse, ahí estaban los dos por delante de Griezmann y Carrasco, dándole al Atleti ese aire de viejo Atleti. Porque así salieron los rojiblancos. Dispuestos a acampar en el área de Soria preparados para el festival. Y las botas llenas de música.
Con presión, ambición, ataque directo y ni un respiro, de banda a banda. El Getafe por la pechera desde la primera pelota. Ordenados los dos equipos sobre una línea de cinco atrás, uno (el Getafe) apenas sacaba la cabeza ante esa alineación del Cholo que era declaración de intenciones, con linternas en cada línea. Porque salir con Witsel, Koke y Lemar era gritarle al mundo que quiere la pelota, tenerla y jugarla. Desde la línea de tres con el belga que le da criterio al balón desde el inicio, pasando por ese centro del campo con Lemar como cerebro ofensivo y llegando arriba donde João se frota los galones y Morata las botas. Con confianza es imparable. Con confianza es como el thunderstruck sonando muy alto. Puro rock atronador. Y con un lateral derecho de verdad, que hacía ya meses que el Cholo no podía decir eso. Y cómo agradece su pizarra el vértigo de Nahuel. Y la presencia de Reinildo, como siempre imperial cortando caminos.
En el minuto 15 ya le había estallado a Soria la orquesta del Cholo en su portería. El marcador abierto tras una combinación rapidísima, a la velocidad de un reel. Robó Lemar, condujo Saúl por ese carril que una vez fue castigo y hoy es oportunidad para encontrar a João. El portugués, de memoria y con un caño, como si las piernas rivales no existieran, buscó a Morata que, con la zurda y desde fuera del área, remató con el pie y con el alma. Estoy aquí y he vuelto para quedarme. Por si alguien no se había enterado. Gol. El Getafe no se deshizo, sin embargo. Rascando con centros laterales y Maksimovic y Aleñá buscando siempre a Ünal.
Porque a pesar de todos los buenos propósitos, el Atleti es cabra que siempre tira al monte y, tras el gol, sintió el estómago lleno y sesteó. El descanso llegó con el Getafe en el área de Oblak dejando un balón de Mayoral como recuerdo estampado en el travesaño y la voz de Simeone, enfadadísima, retumbando como salida por un megáfono.
Griezmann, nueve meses después
De poco sirvió porque al volver el partido todo siguió igual. El Getafe, con poco, en el área de Oblak. Un despiste entre Savic y Koke y Mayoral, en todas, le sirvió una pelota a Ünal que disparó alta sobre Oblak. Quique olió la sangre e introdujo un fichaje, Portu, ovacionado por el público, pero cuando Nelson Vivas daba las últimas instrucciones a Griezmann, De Paul y Carrasco, listos en la banda para entrar, João y Morata volvieron a bailar para caer como una losa sobre el Getafe.
De nuevo la jugada tuvo la velocidad de un reel, visto y no. Robó la pelota João y, de reojo, intuyó el desmarque de Morata y a su carrera envió el balón. El delantero se escapó y, con definición cirujana, envió la pelota allá donde quiso: el fondo de la red de Soria. 0-2. Tan fácil, tan rápido de piernas y de cabeza, tan importante en un vestuario que no necesita Cristianos. El fichaje es el regreso de Morata, parece.
Los cambios del Cholo no variaron el sistema, hombre por hombre y que el segundo gol no adormeciera, no llenara los minutos que quedaban de pasos atrás. El Getafe no se daba por vencido: Iglesias se colaba por un resquicio y buscaba la cabeza de Mayoral que, inexplicablemente, solo ante Oblak, enviaba fuera. Un minuto después, el castigo. Y un futbolista con la sonrisa llenándole la cara y un tapón destrozado a sus pies. Era Griezmann. Gol en Liga nueve meses después deshaciendo dudas y fantasmas. Sumándose a esa candidatura de goles e intenciones rojiblancas. Que el verano no ha terminado pero este fuego ya es de verdad. Y cuenta.