Jornada redonda para los rojiblancos: ganaron a Osasuna; vieron cómo perdía el Villarreal, rival directo por la séptima plaza; y San Mamés rindió un homenaje de época a Capa.
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El Athletic llegará a la última jornada con pisadas europeas. Los deberes, esta vez sí, los ha hecho perfectamente. El desastre de Granada ha quedado sepultado con una jornada redonda, la que habría firmado Marcelino con sangre a las 19:29, antes de sacar de medio campo. La que la Real, ese vecino con el que la relación es irreconciliable, echó un cable y ganó al Villarreal, al que se intenta dar caza en Bilbao. Eso sí, los txuri-urdin tenían la sexta e incluso la quinta plazas en juego. El Submarino se ha quedado a un punto y con el coeficiente perdido. Su cuenta es que deben repetir lo que haga el Athletic y la de este que necesita firmar algo mejor que los amarillos. Así que si los leones ganan en el Sánchez Pizjuán, obligarán a los pupilos de Emery a hacer lo propio en el Camp Nou, casi nada. Un puzle que no es del todo alentador en la ciudad del Guggenheim, tal y como pintaban las cosas antes de la penúltima entrega. Han dilapidado tantas ocasiones los jugadores que mejor no apostar el sueldo de un mes por ellos. Otra vez todo o nada en el Pizjuán, como en 2019. Los invitados a esta pelea son Sevilla y Barça, que no están para tirar cohetes.
De la mano de los revulsivos Berenguer y Villalibre, el Athletic solventó con nota el último intento por reengancharse a la pelea por Europa. Salió de las dos pausas de hidratación como un cuchillo a la yugular de un Osasuna muy perezoso toda la tarde. Dos pausas y dos goles. Goles desde el aire acondicionado, tantos con refrigerio. Arrasate se bajó del bus y se equivocó de camino cuando trataba de acudir a los vestuarios. Le advirtieron que la senda era otra. Así anduvo su equipo en la primera parte, con el mapa del revés, sin ganas de jugar.
El técnico priorizó seguir en el laboratorio con sus experimentos. La semana pasada puso a Oier de titular para empezar con los homenajes a una de las leyendas rojillas. Volverá en el último partido del año, de nuevo en El Sadar, después de despedirse delante de los medios el jueves. Será por todo lo alto. Y en esta ocasión le tocaba a Iñigo Pérez, que no tiene tanta leyenda en El Sadar pero es muy querido. Se movió por la banda izquierda. Y Cruz figuró de nuevo como central, pero esta vez con cuatro atrás. Junto a él Aridane, una pareja de baile muy poco habitual. Jagoba sigue estirando la versatilidad del grupo en busca de nuevas fórmulas.
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El Athletic agradeció la cortesía y dominó en todo instante en esos 45 minutos iniciales muy accidentados, porque cayeron por problemas musculares Raúl García y Nico Williams. Se anuló a los diez minutos un tanto a saque de falta de Muniain. Osasuna salió muy bien y dejó atrapados a varios eones en fyera de juego. El Athletic quiso montar una tarde alegre con diversos actos y uno de ellos fue el homenaje, en pleno partido, al socio número uno rojiblanco, Virumbrales, por parte de la HerriHarmaila. Un veterano de toda la vida que ha apoyado estos meses la Grada de Animación. Williams, el mayor, era un dolor de muelas para la defensa rojilla con su movilidad.
Raúl García fue a presionar la salida de balón de Cruz en el minuto 19 y notó un pinchazo en la pierna derecha. Si se la amputan le duele menos a un tipo de su carácter ganador, y más en una cita así ante su Osasuna. En su lugar saltó al campo Berenguer, así que se perdía pegada, pero se ganaba movilidad. A Osasuna le costaba tener un balón (26 por ciento de posesión llevaba a la media hora) y generar ocasiones profundas. Le resultaba imposible cambiar el balón de un lado al otro, mientras que el Athletic se las creaba con cierta frecuencia. Como LaLiga decidió realizar pausas de hidratación en esta última jornada, los 22 protagonistas se fueron a la banda a refrescarse, en medio de ciertos pitos del respetable, que lo veía ridículo con los 21 grados que Y, sobre todo de Arrasate, ya que el alto coincidió con un saque de esquina de los locales. Ese receso permitió preparar con más mimo la estrategia y derivó en un golazo de Berenguer, uno de los pequeños, de cabeza, tras un despiste se Brasanac en la marca. Ya se sabe lo que padece este equipo en los centros laterales.
Muniain aparecía mucho para mezclar líneas. Williams buscaba y buscaba, aunque ya se sabe que necesita un carro de ocasiones para dar con la red. Su trabajo descomunal permite perdonar esta falta de puntería. Antes del descanso Nico Williams tuvo que marcharse por otro tirón. Se fue frustrado, su ímpetu a veces parece que juega contra su musculatura.
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Arrasate decidió cambiar el perfil del equipo y puso en liza a Barja y Kike García, Javi Martínez y el Chimy, que fue pitado cada vez que rondaba por la pelota, recordando la entrada desproporcionada en la ida a Nico Williams. Los rojillos empezaron a tener más presencia en el área rival. Emplearon el juego directo para buscar la cabeza de Kike y los centros de Barja y Pérez. Pero no tiraban a puerta. Todo marchaba bajo control, así que los presentes tiraron de radio. Y esta lanzó que la Real empató en La Cerámica. Ovación tremenda en una postal extraña: en Bilbao se celebraba un gol del eterno enemigo. Por el interés te quiero Andrés. La segunda pausa para beber fue hermana de la de los 45 minutos iniciales, porque instantes más tarde, Williams se pegó una carrera frenética por la derecha, ante la que poco pudo hacer Manu Sánchez, y metió un pase precioso a Villalibre, que no tuvo más que empujarla en boca de gol. La algarabía se trasladó posteriormente a lo de fuera, con el 1-2 de la Real festejado casi tanto como el del Búfalo y los gritos de ánimo a Capa, que recolectó sus cinco minutos de gloria.